lunes, 31 de octubre de 2011

Café exprés

''Es como, no sé, sabes esa sensación cuando abres un regalo que te hacen con todo el amor del mundo y lo que hay dentro te parece una auténtica mierda, se produce un silencio incómodo que te sube los colores y es cuando el que regala espera que digas algo, un mañana me lo pongo, un mañana me lo veo, o algún maldito gracias que terminas escupiendo como si te hubieras enjuagado la boca con vinagre. Después sonríes estúpidamente y te sientes el tío más capullo y desagradecido de la historia, aunque por dentro sigues pensando en que ese regalo tardaron en comprarlo lo mismo que tú en desenvolverlo, y te viene a la cabeza aquella expresión iluminada de que lo hecho con buena intención es siempre bueno, que qué cabronazo eres si se te ocurre lo contrario, qué sinvergüenza. Por supuesto, piensas, pero es una basura y punto, o ya lo tengo, o menudo coñazo que ni siquiera te conozcan como para saber lo que quieres, tú ahí pidiendo egoístamente otra cosa con esa estúpida sonrisa, ese agradecimiento avinagrado y esa lava en tus mejillas, y la otra persona confiando ciegamente en que en ese preciso instante eres un hombre feliz y afortunado por tenerla cerca. Pues así es más o menos como me siento cuando me despierto y al otro extremo de la almohada aparece una mujer que no es la que deseo, para que te hagas una idea.''

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