viernes, 1 de enero de 2021

Test de antígenos

Me preguntas si soy feliz, del verbo volar, 

cuando hoy es todo tan fugaz como un orgasmo.

Pero cómo no serlo en un mundo donde existen los cumulonimbos 

y las plumas de un pavo real, en un mundo

capaz de albergar insectos con diez mil ojos que se alimentan de mierda.

¿Pero tú has visto de cerca la piel de un tigre? ¿Las hojas de arce? ¿El beso de Klimt?

Si eso no es belleza que se lo digan a Sharik, que con ocho años camina cada mañana cinco kilómetros para llenar un cántaro de agua, cuando yo a veces me olvido de cerrar el grifo mientras me lavo los dientes.

Un mundo fascinante, hogar del odio sereno y del amor enloquecido, de las aceitunas sin hueso.

Hogar de la clorofila y los leucocitos. Hogar de la luz de la luna, y 

de los callos en los pies.

Refugio de lágrimas de cocodrilo y también del júbilo más absoluto, del trueno de la muchedumbre y de los nocturnos de Chopin.

Simétrico como un copo de nieve.

Sí joder, un mundo en el que no tenemos donde caernos muertos, y sin embargo.

Tan nuestro.