viernes, 17 de abril de 2020

Descubriendo al enemigo

Ahora que todo se observa con perspectiva caballera y ojos de halcón 
y se mastica con impaciencia cada migaja de los segundos, 
permita que le pregunte: 
¿Usted se soporta a sí mismo? 
Ahora que todo suena a ciencia infusa y tecnología de última generación 
y se consumen las retinas frente a pulgadas luminosas, 
disculpe que le consulte: 
¿Usted cree en sí mismo? 
Ahora que todo se sabe con magnífica certeza y extraordinaria precisión 
y se engullen opiniones servidas en el mismo abrevadero, 
perdone que me inmiscuya: 
 ¿Usted se escucha a sí mismo 
después de escuchar a los demás? 
Tiene tiempo para pensar en las respuestas, no se apure. 
Tiene tiempo para pensar. 
Tiene tiempo. 
¿O no? 
Tiempo. 
Ese minúsculo viaje alrededor del sol en el que usted puede quererse, odiarse, destruirse, deconstruirse, evolucionarse, transformarse, arañarse, reformarse, buscarse, fundirse y acariciarse la piel, el tuétano, la calma, el cerebro, el estómago, la polla, el coño, las venas y el hambre por lo prioritario, lo imprescindible, lo inalcanzable, lo utópico, lo bello, lo bestia, lo salvaje en todo su esplendor, la naturaleza en toda su furia, el futuro en todo lo que se ha perdido, el pasado en todo lo que se ha vencido. 
Tiempo. 
Apenas un suspiro.

domingo, 8 de marzo de 2020

Queda pollo en la nevera

...y las alas del colibrí dibujaron un infinito, con el sol asomándose al balcón del horizonte
tan lienzo, tan espléndido, tan cálido, como amarse
en pleno invierno.
Y sucedió tu tacto, y ocurrió tu brisa, y, oh,
esos ojos que derriten glaciares, esa lengua
tan vacuna de coronavirus.
Y brotó tu verbo como un géiser de espadas,
y tú, tan pretérito pluscuamperfecto de mentira,
te clavaste en mis alas.
Pero, oh, no hay nada más
sólido, cósmico, hiperbólico, meteórico, demoledor, mayestático y rotundo
como los nuevos rayos de sol
en pleno invierno.