Decálogo de consejos repudiados que nunca se han dado (y que, sin embargo, se deberían aprender):
1. Ten muy pocos amigos, así tendrás menos probabilidades de que algún día te traicione alguno.
2. Enamórate sólo cuando no tengas ganas de hacerlo, no cuando decidas que ha llegado el momento.
3. Cuando ya estés pillado, déjate de disfraces baratos y actúa con naturalidad. Ellas ya saben que todos somos unos cabrones depravados.
4. Sin embargo, ignoran quién es inteligente o quién no es más que un botarate. Así que ese punto déjalo bien claro desde el primer diálogo en vertical.
5. Durante el primer diálogo en horizontal, absténte de experimentos que seguramente resultarán catastróficos. Lo que no hayas aprendido en la cama hasta ese día no lo vas a aprender improvisando en ese momento.
6. Nunca regales nada de ti sin saber a ciencia cierta que recibirás algo del mismo mérito en un futuro.
6 bis. Quiere siempre con predisposición bancaria. Deposita y recoge los intereses. Eso de dar sin esperar nada a cambio se lo inventaron los guionistas para darle salsa a las pelis romántico-pastelosas.
7. Nunca hables por hablar. De hecho, nunca hables si no crees que sea realmente necesario, porque es probable que digas alguna gilipollez.
8. Asume que por norma general todo el mundo miente o finge para conseguir sus propósitos.
9. Concibe el universo como una gigantesca conspiración en tu contra. Supón que todo te va a salir mal o que se van a aliar tus adversidades. Si existe un orden dentro del desorden, también existe la felicidad dentro del pesimismo.
10. Sí, se me olvidaba, esta felicidad consiste en demostrarse que cualquier cosa puede salir mejor de lo que esperabas. La sensación opuesta perjudica seriamente la salud.
11. En una relación, haz el amor después de hacer la guerra. Es mucho más divertido que aislar lo primero y rehuir de lo segundo.
12. Muévete. Estrésate. Arriésgate. Haz cosas estúpidas y espontáneas. Las cagadas nos hacen interesantes.
TRECE. Palabras como “superstición” y “destino” son una mierda de autoengaño que pretenden manipular nuestros actos. Si encima crees en algo parecido a un dios, apaga y vámonos, marionetilla.
14. Adelántate a los acontecimientos. No disfrutes mañana lo que puedas disfrutar hoy. Y no pospongas una rabieta o un sofoco que se puede aliviar ipso facto.
15. Acostúmbrate a priorizar. En tu vida tú eres lo más importante, más que nada porque sin ti no existiría tu vida. ¿Capisci?
16. Para que alguien te eche de menos debes de conseguir que alguien te necesite. Para que alguien te necesite debes llegar a ser especial. Para ser especial debes ser diferente al resto. Si eres diferente al resto, eres raro. Moraleja: Ser raro es el secreto de una relación humana plena.
17. Sé competitivo y estratega. El fin siempre justifica los medios, de lo contrario no existirían realidades tan simpáticas como el enchufismo o la infidelidad. Es cuestión de supervivencia.
18. Las disculpas y los agradecimientos son demasiado caros. Empléalos con cuentagotas únicamente cuando un “gracias” o un “lo siento” no puedan sustituirse por otra expresión de igual o menor valor. No se devuelve el dinero.
69. Follar cada día con una distinta no es sinónimo de ser un conquistador. Calidad mejor que cantidad. Las hamburguesas del McDonald’s no son mejores que las de tu madre sólo porque se fabriquen en serie.
20. Equivócate a menudo. El aprendizaje es un proceso resbaladizo y voluntario, no sigas al pie de la letra el chascarrillo de pupitre de instituto “la inteligencia me persigue, pero yo soy más rápido”. Si cometes el mismo error más de una vez es que eres un capullo integral.
De nada.
lunes, 30 de noviembre de 2009
jueves, 29 de octubre de 2009
El combo perfecto
Existen palabras condenadas a estar juntas. Sobreviven encadenadas, alimentándose de mutuo acuerdo, presumiendo de un feeling especial que las convierte en combos perfectos. Por ejemplo, “aledaños” siempre se asocia a “estadio”. “Amor” no significa nada sin “sacrificio”. Y el “éxito” nace irremediablemente después de conocer el “fracaso”.
Pero ahora debo rendir cuentas de una que necesita una mayor y mejor explicación…
“Solo”…
Dícese del café amargo que se bebe sin permiso. Abandonado, sobre la barra de un bar, y enfriándose por ósmosis con el viento.
Dícese de la molesta compañía. De bultos charlatanes que abarcan más espacio del que aprietan, ignorando que más vale callar y parecer estúpido que hablar y despejar todas las dudas.
Asóciese a aquellos que nos mienten. Porque tienen miedo de sí mismos. Porque hay hijos de puta que se merecen la etiqueta de genios. Y buenas personas justamente miserables.
Dícese de la nota disonante cuando la clave de sol está de moda. De la oda que folla sin condón con elegías. De las antiestéticas estrías en cristianos ronaldos.
Acompáñese de vagabundos de virtudes. De hánseles y grételes que persiguen mis migajas. De las pajas a las seis de la mañana a medio metro de la novia.
Solo, masculino singular. Que femenino plural no es sinónimo de triunfador, que nadie se confunda. Solo, palabra cuyo eco retumba en todo el extrarradio de las trompas de eustaquio.
Dícese del quilate malvendido en las tiendas de los chinos. De cualquier número primo. Del terrible grano en el esbelto cuerpo de mi polla. De los monjes ermitaños de áreas metropolitanas. De los años que naufragan estancados. Del jodido pelo enquistado en la entrepierna. Del corte en la mejilla al afeitarse. Del parásito que se cree autosuficiente. Del que dice ser valiente cuando no es más que un mierda.
Que la soledad por gusto afea el rostro. Y aunque muchas veces sea lo más sano, la mayoría de ellas enamorarse de estar solo es flirtear con la desdicha.
Por eso, la terrible pareja de baile de la “soledad” es la “tristeza”.
Y ése es, precisamente, el combo más perfecto e inquebrantable que existe en este planeta.
Pero mejor ir acostumbrándose. Porque no existen los ataúdes de dos plazas.
Pero ahora debo rendir cuentas de una que necesita una mayor y mejor explicación…
“Solo”…
Dícese del café amargo que se bebe sin permiso. Abandonado, sobre la barra de un bar, y enfriándose por ósmosis con el viento.
Dícese de la molesta compañía. De bultos charlatanes que abarcan más espacio del que aprietan, ignorando que más vale callar y parecer estúpido que hablar y despejar todas las dudas.
Asóciese a aquellos que nos mienten. Porque tienen miedo de sí mismos. Porque hay hijos de puta que se merecen la etiqueta de genios. Y buenas personas justamente miserables.
Dícese de la nota disonante cuando la clave de sol está de moda. De la oda que folla sin condón con elegías. De las antiestéticas estrías en cristianos ronaldos.
Acompáñese de vagabundos de virtudes. De hánseles y grételes que persiguen mis migajas. De las pajas a las seis de la mañana a medio metro de la novia.
Solo, masculino singular. Que femenino plural no es sinónimo de triunfador, que nadie se confunda. Solo, palabra cuyo eco retumba en todo el extrarradio de las trompas de eustaquio.
Dícese del quilate malvendido en las tiendas de los chinos. De cualquier número primo. Del terrible grano en el esbelto cuerpo de mi polla. De los monjes ermitaños de áreas metropolitanas. De los años que naufragan estancados. Del jodido pelo enquistado en la entrepierna. Del corte en la mejilla al afeitarse. Del parásito que se cree autosuficiente. Del que dice ser valiente cuando no es más que un mierda.
Que la soledad por gusto afea el rostro. Y aunque muchas veces sea lo más sano, la mayoría de ellas enamorarse de estar solo es flirtear con la desdicha.
Por eso, la terrible pareja de baile de la “soledad” es la “tristeza”.
Y ése es, precisamente, el combo más perfecto e inquebrantable que existe en este planeta.
Pero mejor ir acostumbrándose. Porque no existen los ataúdes de dos plazas.
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jueves, 2 de julio de 2009
"Ahora vuelvo..."
Podrán pasar miles de años... Tres glaciaciones más sin un mamut malhumorado, un perezoso simpático y un dientes de sable orgulloso. Conoceremos un Doc que nos teletransporte en el tiempo y el espacio. Podremos legar a nuestros hijos la carga del cambio climático.
Podrá llegar el Armageddon sin que Bruce Willis pueda evitarlo. Nacerá una nueva generación de dinosaurios no controlados por Spielberg. Volarán por doquier los vehículos motorizados. Y nuestras pituitarias terminarán acostumbrándose al dióxido de carbono.
Podrá Madrid tener playa al derretirse los casquetes polares. Y durarán más de un minuto los casquetes matrimoniales. Podrán subir de tono las voces de los necesitados. Llegará el día en el que follar salvajemente y quererse vayan siempre de la mano.
Podrá sustituirse la capa de ozono por una de metacrilato. Creceremos sin saber qué coño es eso del miedo al fracaso. Desaparecerán de nuestros pies los pobres dedos meñiques. No hará falta tanto palique para dormir acompañados.
Llegará algún día en el que la banda ancha se quede estrecha. Llegará un momento en el que se secarán todas las lágrimas del planeta. Dentro de poco un Bender sarcástico barrerá nuestros salones. Dentro de nada los condones serán todos estriados.
Podrán pasar miles de años… pero Diana seguirá siendo una sucia prostituta materialista. Y la lista de Billie Jean se quedará siempre sin su premio. Curar el mundo, el menor de nuestros problemas. Y soñar en blanco y negro será lo menos racista a lo que aspiraremos.
Porque hay cosas que nunca mueren... y creer que una lápida es el fin de su existencia, craso error. Si nos acercamos de puntillas y observamos con cuidado, se podrá leer en su epitafio: “Ahora vuelvo…”
A Michael Jackson,
Y a todas las leyendas inmortales.
Podrá llegar el Armageddon sin que Bruce Willis pueda evitarlo. Nacerá una nueva generación de dinosaurios no controlados por Spielberg. Volarán por doquier los vehículos motorizados. Y nuestras pituitarias terminarán acostumbrándose al dióxido de carbono.
Podrá Madrid tener playa al derretirse los casquetes polares. Y durarán más de un minuto los casquetes matrimoniales. Podrán subir de tono las voces de los necesitados. Llegará el día en el que follar salvajemente y quererse vayan siempre de la mano.
Podrá sustituirse la capa de ozono por una de metacrilato. Creceremos sin saber qué coño es eso del miedo al fracaso. Desaparecerán de nuestros pies los pobres dedos meñiques. No hará falta tanto palique para dormir acompañados.
Llegará algún día en el que la banda ancha se quede estrecha. Llegará un momento en el que se secarán todas las lágrimas del planeta. Dentro de poco un Bender sarcástico barrerá nuestros salones. Dentro de nada los condones serán todos estriados.
Podrán pasar miles de años… pero Diana seguirá siendo una sucia prostituta materialista. Y la lista de Billie Jean se quedará siempre sin su premio. Curar el mundo, el menor de nuestros problemas. Y soñar en blanco y negro será lo menos racista a lo que aspiraremos.
Porque hay cosas que nunca mueren... y creer que una lápida es el fin de su existencia, craso error. Si nos acercamos de puntillas y observamos con cuidado, se podrá leer en su epitafio: “Ahora vuelvo…”
A Michael Jackson,
Y a todas las leyendas inmortales.
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miércoles, 6 de mayo de 2009
Letra pequeña

Religión, o la mentira mejor diseñada de todos los tiempos.
Mentir, o necesidad biológica políticamente incorrecta.
Necesidad, o falta de valor para enfrentarse a nuevos retos.
Valor, o cualidad matemática que indica el momento exacto en el que debes pasar por encima de tus rivales.
Matemáticas, o ciencia tramposa en la que uno más uno no siempre da dos.
Trampas, o coger macarrones bajo la mesa jugando al poker entre amigos.
Amigo, colega con el que no importa compartir más de una caña a la semana.
Colega, persona que aún no ha conseguido decepcionarnos.
Persona, humano susceptible de actuar con hipocresía.
Hipocresía, o disfraz barato utilizado para no dejar desnudas las miserias.
Desnudos, así estamos todos más guapos.
Belleza, o eufemismo de querer llevarse a alguien a la cama.
Cama, o lugar idóneo para hacer el amor.
Hacer el amor, follar.
Follar, o demostrarse carnalmente quién domina la relación.
Relación, o único estado en el que ceder es generalmente la más aconsejable de las opciones.
Ceder, o morderse la lengua y bajarse el orgullo hasta los tobillos.
Orgullo, o arma de doble filo y primer paso hacia la autoestima.
Autoestima, o casilla número uno en el juego de la vida. Sí, ese en el que el premio es alcanzar nuestros objetivos.
Vida, aprender a crecer.
Crecer, aprender de los errores.
Errar, aprender a arriesgarse.
Arriesgar, o casilla número dos en el juego de la vida.
(Nota: No confundir crecer con madurar…)
Madurar, o hacerse cada vez más aburrido.
Mucho mejor, hacerse cada vez más viejo.
Viejo, o aquello que no tiene absolutamente nada que ver con la edad.
Nada, antagónico de todo.
Todo, lo que daría por ti, princesa.
Dar, o actitud pícara por la que siempre se espera recibir algo a cambio.
Esperar, o momento adecuado para cagarte en la persona que esperas.
O en las personas que van delante tuya.
Tuya es la decisión de seguir leyendo hasta el final. Pero si no lo haces, te arrepentirás.
Arrepentirse, o la manera de fingir más sutil para echar un polvo post-discusión.
Sutil, coleguita del ingenio, el sarcasmo y otro puñado de elementos mal vistos en sociedad.
Sociedad, o manada de borregos que se cruzan sin dirigirse la palabra viviendo todos bajo el mismo techo.
A palabras sordas, oídos necios.
Necio, cualquiera que no sepa lo que es una inyección intracitoplásmica nuclear.
Saber, autoengaño bastante efectivo para rebatir a los demás.
Autoengaño, o conformarse con la idea de que algo no se puede hacer mejor.
Idea, o eyaculación precoz de pensar en voz alta.
Pensar, consumir más segundos en diseñar un plan.
Plan, conclusión que casi siempre sale mal. En continua lucha con la improvisación.
Improvisar, o exponerse en pelotas a fallar y rectificar a tiempo.
Rectificar, creer que algo sale mal por no haber sido planificado.
Creer, o lo que piden las religiones para adorar a sus mesías.
Y la religión…
La religión es una cosa de la que no me apetece hablar.
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miércoles, 11 de marzo de 2009
Actúo, luego existo

Me tienen, con su impaciencia, harto las neuronas. De vez en cuando las barro debajo de la alfombra sin perder detalle del ambiente, donde flotan feromonas. Y si la sinapsis encadena dos segundos más de dilación, se desintegran.
Y quieren perderse, ignorantes, el dulzor de lo impulsivo. Listas, quieren demostrarse, demostrarme, que ellas llevan la razón. Y la llevan. Pero no se divierten tanto pensando, cuando, llegando a la fiesta, yo ya bailo ebrio en el medio de la pista.
No pienso en ocasiones, pero existo. La reflexión se inventó para las tres de la mañana, comiéndose el techo, tumbadito en la cama. En momentos previos, hiberna. Y no merece la pena buscarla, porque aburre e incomoda una barbarie.
No hago caso a mi sesera en situaciones puntuales. Es mi liebre que sestea a la orilla de la meta, confiada, fantaseando de una victoria asegurada. Y la tortuga de mi ingenio la rebasa sin problemas.
No razono con las millas que hay de mi cuarto a las antípodas. No hago yoga ni pretendo adecuar mi temperatura corporal a la de Bratislava. No me tiembla el pulso si me voy solo a Tarifa. No medito sobre la licitud de crear mis propias modas.
Soy el chiste de Tarantino: “piensa-polla-vaso, vaso-piensa-polla”. Y decido mearme en el barman. Me agarro al clavo ardiendo de arrojarme al vacío y caer sobre un mullido sofá acolchado. Me fascina coquetear con el riesgo.
El regusto de lo efímero, aunque oculto, es sabroso. Y no viscoso si se sabe amortizar. Por eso prefiero aprovecharlo y exprimirlo, sin planear futuros eventos, con la baza de saber que, quizá después, ya sea demasiado tarde.
Las oportunidades son fugaces, no esperan que pidamos un deseo. Racanean con el tiempo que te otorgan para tomar la decisión. Caso omiso y rapidez de reflejos. Más vale arrepentirse de lo hecho que de lo que nunca se hizo…
Para los que disfrutamos actuando antes de pensar…
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viernes, 27 de febrero de 2009
Eternamente joven

Crecemos.
Avanzamos, tan deprisa que ni atisbamos el camino.
Y pendemos, de los hilos que atrás ardieron en empeño.
Y flotamos, en las balsas que nos prestan nuestros años.
Quiero sentarme en el pupitre de mi cuarto los domingos. Y dibujar piterpanes en sus cuatro esquinas por las noches. Que mi nunca jamás se inunde de niños perdidos. Y que mañana sea otro día, sin más preocupaciones que la hora del rancho.
Quiero, a lo ancho y largo del planeta, un transporte gratuito de estudiantes. Quiero beber erasmus en copa de vino y rebujitos en los bares. El sabor de lo inmaduro en un sándwich con nocilla. Las obligaciones en el fondo de los vasos de cubata.
Quiero un folio y pluma ágil a diario en mi mesilla. Que me ayude a relatarme mis carencias, y me enseñe a corregirlas. Quiero ser aquel rockero que nunca muere. Quiero ser viejo lobo de mar sin barba blanca.
Quiero a Goku y a los Guardianes del espacio. Las artimañas de Mochilo y el salero de Gazpacho. Quiero ser el Sergio de la Juana enamorada. Quiero un Isidoro que acompañe a mis bizcochos.
Quiero una Dehesa de la Villa sin fecha de caducidad. Quiero al Ratón Pérez con chalet adosado a mi almohada. Quiero doscientos mil reyes magos más. No renovar en la vida el carné de identidad.
Y no me apetece crecer, me pido no aceptarlo. Llamaré a Brad Pitt y que me muestre el secreto de ser Benjamin Button. Acabaré en protozoo peludo, sesudo, huesudo, con el nudo de corbata y traje perfectamente acicalados. Y carnívoro devorador de sueños.
Quiero hacerlo bien, paso a paso, pero sin avances en los años.
Quiero ser…
eternamente joven.
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martes, 9 de diciembre de 2008
Sepelio de una intimidad
Españoles… nuestra intimidad… ha muerto. La sociedad involuciona hacia un cúmulo de despropósitos mientras nos devoramos unos a otros. Supongo que es la ley de la jungla, y yo soy muy mono. Y si te roban el móvil o la cartera te cagas en todas las putas madres de los ladrones. Pero si te hurgan en la intimidad… eso ya es subir demasiados peldaños en la escala delictiva. Inmoral para unos, divertido para otros.
Facebook, Fotolog, Qdamos, Tuenti, Badoo, Hi5… Miles, millones de redes sociales que se disfrazan de asesinos cibernéticos y nos seducen digitalmente. Ya no se lleva eso de enviarse las fotos por el messenger, se estila el “las colgaré en el tuenti para que las veáis”. Y no importa lo comprometedora que fuera alguna captura de la noche anterior, porque tu amiguete el cabronazo la subirá a la red si ningún tipo de remordimiento.
Por eso uno ya se lo piensa dos veces antes de soltarse la melena en el garito de turno si hay alguna cámara cerca. Las cogorzas se convierten en desfiles de modelos, con entrada gratuita para los miembros de la red. Compartimos los recuerdos con fotos del siglo pasado, cuando éramos mocosos. Y mostramos, para equilibrar la balanza, alguna bomba que despierte las carcajadas y afile los puñales de los demás.
La generación del tuenti somos paparazzis de nosotros mismos, vampiros funcionales sin inquietudes morales. Posar en las fotografías se ha vuelto una reacción química, un método de defensa. Los promiscuos sudarán tinta china rodeados de los flashes de esos amiguetes perversos. Y nuestra madre se enterará de que fumamos canutos con un poco de maña informática. "Qué disgusto, hijo mío..."
Ya sabéis, españoles… Salgamos desnudos a la calle, porque total, allá afuera nos quieren arrancar los atuendos sólo para conseguir visitas. Etiquetemos nuestra intimidad con 100% algodón y lavado en seco, que no nos lluevan chaparrones.
Pero joder, es que es tan delirante y placentero fastidiar al resto…
Facebook, Fotolog, Qdamos, Tuenti, Badoo, Hi5… Miles, millones de redes sociales que se disfrazan de asesinos cibernéticos y nos seducen digitalmente. Ya no se lleva eso de enviarse las fotos por el messenger, se estila el “las colgaré en el tuenti para que las veáis”. Y no importa lo comprometedora que fuera alguna captura de la noche anterior, porque tu amiguete el cabronazo la subirá a la red si ningún tipo de remordimiento.
Por eso uno ya se lo piensa dos veces antes de soltarse la melena en el garito de turno si hay alguna cámara cerca. Las cogorzas se convierten en desfiles de modelos, con entrada gratuita para los miembros de la red. Compartimos los recuerdos con fotos del siglo pasado, cuando éramos mocosos. Y mostramos, para equilibrar la balanza, alguna bomba que despierte las carcajadas y afile los puñales de los demás.
La generación del tuenti somos paparazzis de nosotros mismos, vampiros funcionales sin inquietudes morales. Posar en las fotografías se ha vuelto una reacción química, un método de defensa. Los promiscuos sudarán tinta china rodeados de los flashes de esos amiguetes perversos. Y nuestra madre se enterará de que fumamos canutos con un poco de maña informática. "Qué disgusto, hijo mío..."
Ya sabéis, españoles… Salgamos desnudos a la calle, porque total, allá afuera nos quieren arrancar los atuendos sólo para conseguir visitas. Etiquetemos nuestra intimidad con 100% algodón y lavado en seco, que no nos lluevan chaparrones.
Pero joder, es que es tan delirante y placentero fastidiar al resto…
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sábado, 27 de septiembre de 2008
Esta vez...
Detente, maldito reloj. Echa el freno de una vez y tómate un eterno descanso, dame un respiro. Ya no me das miedo con tu rumbo ingobernable, ahora simplemente te odio. Detesto tu prepotencia ilimitada, aborrezco tu tiranía, maldigo la misión que te han encomendado. Borra ya tus huellas del camino, sosiégate, estáncate, entiérrate vivo y muere acompañado de la soledad más funesta.
Púdrete lentamente, malvado reloj. Deja de agobiarme con tu marcha fúnebre y lárgate por donde viniste, ralentízate hasta extinguirte. No dejaré que te conviertas en el macabro acicate que controla mi existencia, duérmete arropadito con cicuta, erradícate. Esta vez serás tú mi marioneta, olvídate de los hilos que con tanta vehemencia has utilizado para controlarme.
Carbonízate, proxeneta de las horas. Arde tan despacio que la agonía sea sólo tu principio. Fustígate, desángrate, sufre como tú me hiciste sufrir antaño. Ya no asusta tu tictaqueo insaciable, sólo das asco y repulsión. Huye con el rabo entre las piernas, consúmete lejos, donde nadie quiera encontrarte, donde nadie quiera buscarte.
Agótate, amo del tiempo. Deja que se derritan tus manijas a la sombra, sofócate, angústiate mientras te carcomes por dentro. Esconde tus fauces y vacúnate con cianuro, calcínate, congélate en el infierno.
Y querrás volver, sucio reloj. Querrás regresar tan de rodillas que la súplica será sólo tu embrión. Necesitarás alimentarte de nuevo del miedo, ser abyecto y despreciable, y volverás acobardado a reclamar lo que es tuyo. Pero no te dejaré, esta vez no. Esta vez seré yo el hijo de puta que te utilice hasta asfixiarte.
Al maldito paso del tiempo.
Púdrete lentamente, malvado reloj. Deja de agobiarme con tu marcha fúnebre y lárgate por donde viniste, ralentízate hasta extinguirte. No dejaré que te conviertas en el macabro acicate que controla mi existencia, duérmete arropadito con cicuta, erradícate. Esta vez serás tú mi marioneta, olvídate de los hilos que con tanta vehemencia has utilizado para controlarme.
Carbonízate, proxeneta de las horas. Arde tan despacio que la agonía sea sólo tu principio. Fustígate, desángrate, sufre como tú me hiciste sufrir antaño. Ya no asusta tu tictaqueo insaciable, sólo das asco y repulsión. Huye con el rabo entre las piernas, consúmete lejos, donde nadie quiera encontrarte, donde nadie quiera buscarte.
Agótate, amo del tiempo. Deja que se derritan tus manijas a la sombra, sofócate, angústiate mientras te carcomes por dentro. Esconde tus fauces y vacúnate con cianuro, calcínate, congélate en el infierno.
Y querrás volver, sucio reloj. Querrás regresar tan de rodillas que la súplica será sólo tu embrión. Necesitarás alimentarte de nuevo del miedo, ser abyecto y despreciable, y volverás acobardado a reclamar lo que es tuyo. Pero no te dejaré, esta vez no. Esta vez seré yo el hijo de puta que te utilice hasta asfixiarte.
Al maldito paso del tiempo.
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martes, 9 de septiembre de 2008
Inmadurito interesante
Inmadurito interesante, logras que te admire. Llamas al timbre y pasas sin siquiera limpiarte los zapatos, tú como en tu casa, copa ancha y bombín refinado. Escupes tu saliva ataráxica sin importarte en absoluto lo ácida que sea y el suelo que agujerees. Eso es bueno, porque podrás escupirme sin que yo me de cuenta, sabes que soy inmune al ácido, es mas, me excita.
Tu inmadurez se transforma en adulterio para con la seriedad, los barrizales, los frenos de disco, pastilla o mano. Tú ya adelantabas posiciones en la parrilla de salida, desde el cigoto, mientras los demás se desarrollaban pero involucionaban. El cerebro tiene tantas neuronas que merecen ser aprovechadas para coquetear con la ambición, con el ímpetu, con la prepotencia de querer saberlo todo como lo sabes. Sepámoslo juntos y fagocitaremos el universo, que nos espera aliñándose.
Pequemos de piterpanes y volemos por encima de las cabezas de los demás, aprecio un cierto aroma seis portales más allá de que te empieza a seducir la idea. Date cuenta de que nuestro frontal, occipital y parietal albergan demasiadas ganas de devorar el cerebro del resto de los mortales. No tienes más que comprobar que de vez en cuando te sangra la nariz sólo de pensarlo.
Continúa poemizando la polémica, lo artístico, lo bello, lo incorrecto. Sigue siendo el loro de ese pirata cojo que tanto ron degusta, gustándote a ti mismo sin asomarte al alféizar de otras ventanas. En tus páginas blancas escribe cada día un columnista, podrán ser de renombre o simples becarios, pero siempre saboreas el éxito. Las papilas gustativas de lo dulce se encuentran en la punta de la lengua. Quizás tu eterna bonanza se debe a que relegas la malicia y la preocupación a la punta de tu verga.
Inmadurizas la hierba por donde pisas y actúas como fertilizante. No deja de crecer, sino que se anima y aspira a hacer sombra a las secuoyas. Estás cuando nadie te necesita y faltarías a la boda de tu hermano por despiste, pero lo caprichoso del destino es que siempre te brinda una nueva oportunidad para redimirte. Ésa es tu marca de nacimiento, disfrutas de tantas oportunidades que por mucho que las desperdicies te seguirán acosando.
Respiras inmundicia y permaneces pétreo, ataráxico, alienado por una razón que escapa del raciocinio lógico. Así te lo montas, eres ilógico y te escandalizas de los escándalos que te inmiscuyen en la realidad, convirtiéndote en la prueba fehaciente de que existen las paradojas. No tienes vergüenza ni quieres tenerla, para qué, pesa demasiado y no folla como nos gusta.
Eres capaz de comer de gala y de picnic, gambas con tenedor y sándwich de salchichas grasientas. Te adaptas, te moldeas, nos robas las aficiones con la carta blanca que te otorga tu glotona sapiencia y exhibes las tuyas. Así desnudo llamarás más la atención que abrigado por un caparazón, eso déjaselo a otros que rebuznen o cacareen.
Sé que seguirás llamando a mi timbre sin quitarte el bombín reluciente. Sé que seguirás reptando nuestro suelo que tan afanosamente embaldosas, cemento fresco, cuidado. Y también sé que tu inmadurez resulta tan supina y tan verde que electrocuta y hace la fotosíntesis. Pero mejor ser tú que cuatrocientos cigotos que se cagan en la teoría de Darwin.
Al más maduro de los inmaduros.
Tu inmadurez se transforma en adulterio para con la seriedad, los barrizales, los frenos de disco, pastilla o mano. Tú ya adelantabas posiciones en la parrilla de salida, desde el cigoto, mientras los demás se desarrollaban pero involucionaban. El cerebro tiene tantas neuronas que merecen ser aprovechadas para coquetear con la ambición, con el ímpetu, con la prepotencia de querer saberlo todo como lo sabes. Sepámoslo juntos y fagocitaremos el universo, que nos espera aliñándose.
Pequemos de piterpanes y volemos por encima de las cabezas de los demás, aprecio un cierto aroma seis portales más allá de que te empieza a seducir la idea. Date cuenta de que nuestro frontal, occipital y parietal albergan demasiadas ganas de devorar el cerebro del resto de los mortales. No tienes más que comprobar que de vez en cuando te sangra la nariz sólo de pensarlo.
Continúa poemizando la polémica, lo artístico, lo bello, lo incorrecto. Sigue siendo el loro de ese pirata cojo que tanto ron degusta, gustándote a ti mismo sin asomarte al alféizar de otras ventanas. En tus páginas blancas escribe cada día un columnista, podrán ser de renombre o simples becarios, pero siempre saboreas el éxito. Las papilas gustativas de lo dulce se encuentran en la punta de la lengua. Quizás tu eterna bonanza se debe a que relegas la malicia y la preocupación a la punta de tu verga.
Inmadurizas la hierba por donde pisas y actúas como fertilizante. No deja de crecer, sino que se anima y aspira a hacer sombra a las secuoyas. Estás cuando nadie te necesita y faltarías a la boda de tu hermano por despiste, pero lo caprichoso del destino es que siempre te brinda una nueva oportunidad para redimirte. Ésa es tu marca de nacimiento, disfrutas de tantas oportunidades que por mucho que las desperdicies te seguirán acosando.
Respiras inmundicia y permaneces pétreo, ataráxico, alienado por una razón que escapa del raciocinio lógico. Así te lo montas, eres ilógico y te escandalizas de los escándalos que te inmiscuyen en la realidad, convirtiéndote en la prueba fehaciente de que existen las paradojas. No tienes vergüenza ni quieres tenerla, para qué, pesa demasiado y no folla como nos gusta.
Eres capaz de comer de gala y de picnic, gambas con tenedor y sándwich de salchichas grasientas. Te adaptas, te moldeas, nos robas las aficiones con la carta blanca que te otorga tu glotona sapiencia y exhibes las tuyas. Así desnudo llamarás más la atención que abrigado por un caparazón, eso déjaselo a otros que rebuznen o cacareen.
Sé que seguirás llamando a mi timbre sin quitarte el bombín reluciente. Sé que seguirás reptando nuestro suelo que tan afanosamente embaldosas, cemento fresco, cuidado. Y también sé que tu inmadurez resulta tan supina y tan verde que electrocuta y hace la fotosíntesis. Pero mejor ser tú que cuatrocientos cigotos que se cagan en la teoría de Darwin.
Al más maduro de los inmaduros.
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jueves, 21 de agosto de 2008
Menstruación Global
El universo se rige por medidas abstractas. Baremos incalculables, impredecibles, inefables, la mayoría disfrazados de estúpidos pasatiempos que nos mantienen ocupados mientras en otra parte del planeta alguien nos odia o nos ama. O eso dicen algunas cadenas de emails, habrá que aferrarse a algo. En algún otro lugar de esta dimensión alguien está haciendo lo mismo que yo, leyendo el periódico y escribiendo en pijama, buscando descifrar esas misteriosas pautas que encarrilan el género humano hacia el cielo o el infierno, nunca lo sabremos realmente.
El problema viene cuando las pautas se ponen de acuerdo y deciden manifestarse a la par, como una estampida de elefantes furiosos, una supernova. Así explotan las estrellas, como las mujeres, porque ellas sí pueden pactar con garbo, en secreto o a voces, cuándo cambiar las reglas y gobernar a su antojo. Cuenta la mitología de nuestro siglo que si todos los chinos saltaran a la vez la Tierra se desplazaría de su órbita, provocando catastróficas consecuencias. Esto es muy serio. O no. Depende de los chinos. Pero de quien debemos tener miedo es de ellas. Cuando todas fruncen el ceño y agrietan los labios llegamos al culmen del Apocalipsis. Es la llamada Menstruación Global.
En ese punto, donde cualquiera de ellas dispara obuses con la mirada y escupe sapos, es mejor escapar, lejos, muy lejos. Incluso rezar. Porque no se puede negar su evidente sexto sentido para hablar y asesinar con un leve vistazo. Ni tampoco su capacidad extraterrestre para levantarse de mal humor y acostarse aún peor. En lenguaje masculino, casi soezmente, se diría que les acaba de bajar el período. Tampoco se puede negar. El fatídico día de la Menstruación Global ocurre cada muchos años, como las glaciaciones, pero es un fenómeno que se acrecenta con el paso del tiempo, con el cambio climático y la expansión del bakalao. Ya se nos va de las manos.
Y es que, aunque se atrevan a desmentirlo, todas siguen el mismo manual de instrucciones. Por eso no es de extrañar que mañana mismo se dé otra Menstruación Global, azotada por el “todos-los-hombres-son-iguales” o por el amigo mascota que las agobia en silencio. Si se alinearan los planetas, las hienas rugieran a los leones, los chinos saltaran juntos y abrazados y dios existiera, es entonces cuando merecería la pena lidiar a su lado. Mientras tanto, aguardemos aterrorizados a que el manual que llevan bajo la axila tres mil quinientos millones de mujeres se abra al mismo tiempo…
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sábado, 12 de julio de 2008
Tormento
Ya me lo han dicho en bastantes ocasiones (la última hace escasas horas) y sigo sin hacer caso. Me he equivocado de profesión, sentencian. Yo permanezco impertérrito, por lo menos aún. Pero cuando uno tiene tiempo para reflexionar en estado de relajación, tumbado en la cama vamos, comienzan las llamadas “voces del tormento”, algo así como una batería de cavilaciones nada alentadoras. No hay más que ver que todas las chicas de OT cuyas voces no dan ni para formar parte del infame Al pie de la letra, ya se han despojado de sus ropas en Interviú y se han embolsado un buen taco para sus vacaciones veraniegas.
Esto no es algo nuevo, pero las voces del tormento son cada vez más graves y lúgubres. Y es que ya se apuntan a la sesión fotográfico-lasciva las de Gran Hermano, las políticas, las cantantes, las árbitros de fútbol, las nadadoras profesionales, las vedettes de los 70, las modelos fracasadas, las modelos de millonettis, las militares, las actrices deplorables… una infinidad ya saben cuál es el valor de sus carnes, y no es precisamente un módico precio.
Pero posar en las revistas tal y como vinimos al mundo necesita que los demás, pobres corderos degollados esclavos de la lujuria, compren esas publicaciones. Aunque bueno, potencialmente están adquiriendo una prueba fehaciente de que el Photoshop funciona, con errores catastróficos en la mayoría de los casos y justificando que aunque a muchas monas las vistan de seda, gorilas se quedan. ¿Será un error el ser periodista? ¿Es más fácil someterse en pelotas a la tiranía de la opinión pública para sacarse los cuartos? ¿Y agacharse debajo de la mesa del jefe?
No sé las respuestas a las preguntas del tormento, pero las voces angustian más que aquellos agoreros de los que hablaba al principio. De hecho, yo ya me estoy planteando ponerme pechos, quitarme el miembro y saltar a la palestra del casposeo de los 2 rombos.
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viernes, 11 de julio de 2008
Engaño
Con franqueza diré: Nos están engañando. Así de fácil es decirlo, lástima que sea tan complicado de digerir. Primero leo por ahí que el cine español ha recaudado este semestre el doble en taquilla que el año pasado durante el mismo periodo. Hasta ahí vale. Pero veamos las películas: Mortadelo y Filemón: Misión salvar la Tierra, 7,7 millones de espectadores. Sería perfecto si no fuera porque todos esos espectadores se tiraron de los pelos a la salida del cine tras haber tirado 6 euros a la basura. Los crímenes de Oxford, 8 millones y pico. Según su ficha es una coproducción de… ¡3 países! Pero Dios me libre de mancillar el nombre de Álex de la Iglesia. Aún así la noticia no sé que pretenderá, no se puede resucitar a los muertos y nuestro cine ya disfrutó hace mucho de su sepelio, algo cutre por cierto.
Pero esto no tiene nada que ver con el asunto de hoy, sólo es algo que necesitaba destacar. Lo que sí interesa es el engaño, ese concepto tan sutil y tan patógeno para los feligreses. Muchas veces es un auténtico honor tratar con un embaucador profesional, por su capacidad para fascinarnos con sus historias y su enorme facilidad para creerse sus propias mentiras. Pero hay que tomárselo con filosofía, imaginando por ejemplo que estamos asistiendo a una obra de teatro callejera.
El engaño es como eructar ruidosamente en un restaurante. Todo el mundo puede hacerlo, pero es políticamente incorrecto. Sin embargo, los gases del estómago son muy traicioneros y les gusta hacernos creer que pueden hacernos reventar si no los expulsamos. Así que uno decide, o revienta o comete un acto impuro. El engañar es una necesidad biológica, un puro trámite de los propósitos. Y es algo que puede llegar a convertirse en parapeto o en bayoneta, según el don de gentes de cada uno.
Fe de erratas: El cine español sí puede resucitar, y sin ningún tipo de ritual macabro. No hay más que grabar el día a día de los vendedores de humo que nos encontramos tras el telón. Yo lo financiaría, desde luego. El problema es que nosotros mismos podemos convertirnos en los protagonistas.
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miércoles, 9 de julio de 2008
Estrógenos
La especie femenina siempre ha sabido sobrevivir a su entorno. Ya fuera por debilidad de sus adversarios como por picardía propia, lo mismo da, el fin siempre justifica los medios. Y es que ellas se esconden y golpean como un púgil novato, tímido con los puños pero sorprendente en sus estrategias. No es fácil cansar al otro y vencer en la batalla psicológica, cuando el público bosteza, cuando el árbitro no mira, cuando se va la luz en el cuadrilátero. Cuando menos te lo esperas.
Digamos que sus armas son las mismas que las del mosquito. Un puñal y un zumbido. El zumbido avisa de que viene, pero el picotazo siempre molesta después. La picadura no acepta paliativos y no distingue de víctimas, no importa cuánto logres evitarla, siempre llega alguna. Y será cuando esa mosquito quiera, no cuando estemos con el insecticida preparado. Es prácticamente imposible salir airoso de un encontronazo con una de ellas, porque sus artimañas para la supervivencia son dignas de elogio.
Debe ser algo de los estrógenos lo que nos hace a los hombres seres inferiores. Por fuerza de voluntad, por dejarnos llevar por la corriente, por nadar contra ella, por buscar demasiadas excusas cuando los mosquitos no las toleran. Ellos vuelan y atacan unilateralmente, no necesitan huestes ni peones para vencer. Hay que emular su astucia y actuar pensando en el siguiente movimiento, sin preocuparse del qué dirán, del cuándo lo dirán, del porqué.
Son tantas las razones por las que nos acabaremos extinguiendo, sexuales o no, que me he construido mi propia trinchera de papel, me convertiré en un auténtico ermitaño de las letras. Siempre he dicho que el ser humano se encuentra en un proceso gradual de desaparición, y no me equivocaba: Los mosquitos dominarán el universo.
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Ciclos
En medio de la algarabía popular por los éxitos del deporte español, las mentes inquietas nos planteamos una serie de dudas existenciales. ¿Formará esto parte de alguna estratagema política para unir al país? ¿Por qué dice más de uno que gritar el vivaespaña está sólo bien visto en los periodos de bonanza deportiva? ¿Cuándo es la fecha de caducidad del lema Podemos? ¿Se regenerará la economía por estos triunfos? Son muchas las preguntas y variopintas las respuestas, aunque por suerte a la mayoría no interesan demasiado.
Desgraciadamente, la vida nos envuelve con sus ciclos. Los que perdieron la memoria por golpe, despiste o falta de ganas, ya no recuerdan aquellos momentos de crítica general, donde la lluvia de insultos ahogaba a los que hoy son ídolos de masas. Ayer eran un atajo de inútiles, una panda de vagos y maleantes, un grupillo de acabaos. Resulta curioso comprobar hasta dónde llega la bajada de pantalones de la afición, tan aburrida de los fracasos que un solo triunfo mitifica a los repudiados.
Pero resulta aún más cómico que nadie se haya dado cuenta de este asunto, o que nadie haya querido resaltarlo, todo es posible, el espanto ya no me duele. Ni hace un año eran tan malos ni hoy son tan buenos. Ahora las encuestas corroboran este giro brusco de opinión. Nuestra selección de fútbol ahora derrocha magia, sienten la roja con una pasión envidiable, juegan como un bloque unido y compacto, se merecen lo que cobran… en fin, todas esas cosas que censurábamos de los jugadores y que hoy se han transformado por completo.
Pero la metamorfosis es un proceso lento y costoso, y requiere un mimo demasiado especial como para tomárselo a la ligera. Racha magnífica, época dorada, sí, lo que quieran, pero nada es eterno. Los que sí deben ser constantes son los baremos a la hora de juzgar.
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