sábado, 27 de septiembre de 2008

Esta vez...

Detente, maldito reloj. Echa el freno de una vez y tómate un eterno descanso, dame un respiro. Ya no me das miedo con tu rumbo ingobernable, ahora simplemente te odio. Detesto tu prepotencia ilimitada, aborrezco tu tiranía, maldigo la misión que te han encomendado. Borra ya tus huellas del camino, sosiégate, estáncate, entiérrate vivo y muere acompañado de la soledad más funesta.
Púdrete lentamente, malvado reloj. Deja de agobiarme con tu marcha fúnebre y lárgate por donde viniste, ralentízate hasta extinguirte. No dejaré que te conviertas en el macabro acicate que controla mi existencia, duérmete arropadito con cicuta, erradícate. Esta vez serás tú mi marioneta, olvídate de los hilos que con tanta vehemencia has utilizado para controlarme.
Carbonízate, proxeneta de las horas. Arde tan despacio que la agonía sea sólo tu principio. Fustígate, desángrate, sufre como tú me hiciste sufrir antaño. Ya no asusta tu tictaqueo insaciable, sólo das asco y repulsión. Huye con el rabo entre las piernas, consúmete lejos, donde nadie quiera encontrarte, donde nadie quiera buscarte.
Agótate, amo del tiempo. Deja que se derritan tus manijas a la sombra, sofócate, angústiate mientras te carcomes por dentro. Esconde tus fauces y vacúnate con cianuro, calcínate, congélate en el infierno.
Y querrás volver, sucio reloj. Querrás regresar tan de rodillas que la súplica será sólo tu embrión. Necesitarás alimentarte de nuevo del miedo, ser abyecto y despreciable, y volverás acobardado a reclamar lo que es tuyo. Pero no te dejaré, esta vez no. Esta vez seré yo el hijo de puta que te utilice hasta asfixiarte.

Al maldito paso del tiempo.

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