lunes, 7 de diciembre de 2009

La pocilga universitaria

Cada uno de nosotros genera aproximadamente media tonelada de basura y residuos domésticos al año. Cada uno de nosotros produce, por norma general en una dieta sin fibra, doscientos gramos de excrementos diarios, que se convierten en un millón doscientas mil toneladas si tenemos en cuenta todos los habitantes del planeta. Si sumamos todo lo anterior obtenemos una cifra absolutamente irracional de auténtica mierda y despojos malolientes. Resulta difícil conocer dónde puede guardarse, y seguro que no es en los cajones del armarito del salón.

Te lo dedico a ti, preciosa. Porque eres tan atractiva como un estercolero. Y tus bellos ventanales dejan poco espacio para que te airees lo suficiente.

Sufres el mismo fallo multiorgánico que nuestro patético sistema educativo. Te dejas arrastrar por huracanes que tú misma provocaste, presa de un temor que tú misma forjaste. El miedo a la podredumbre te convierte en un pelele inútil y corrupto, un castillo abandonado rumbo a Oz. Y la vieja y baja bruja verrugosa mora en secretaría.

Tus paredes no se agrietan por la edad, sino por lástima. Padecen la condenada resignación de un tetrapléjico cuya redención se diluye en un vaso de cicuta. Soportan entre ellas demasiada amargura, un currículum casi ofensivo de cojera administrativa. Su triste y único consuelo es perecer y derrumbarse como un perro febril y extenuado.

Estás tan podrida por dentro de carroña e infamia que contaminas lo que te rodea. Tienes el don de idiotizar todo ser vivo que pisa tus aulas, como si desearas con todo tu empeño convertirles en tus lisiadas marionetas. Promueves la acracia con tanta vehemencia como hipocresía, haciéndonos creer que tus directrices no están marcadas por un nepotismo sempiterno y encubierto.

Estás sucia, preciosa. Estás manchada de perversión y mala praxis. Asustas por tu capacidad para absorber un deterioro universitario más que patente, acojonas con tu enorme talento para ganarte una fama deplorable. Das vergüenza ajena al centro formativo más cochambroso y enviciado que pueda existir en los cinco continentes. Eres la fábrica de parados y mezquinos más sutil del universo.

Bonito romance el nuestro. Pero ya nos quedan cuatro polvos mal contados. Tus armas burocráticas y tus jugueteos destructivos han acabado agotándome. Dejo que tu inútil elenco de profesores continúe royéndote las entrañas mientras se regocija en su propia incompetencia.

Tu destino es la demolición, preciosa, hazte a la idea tan pronto como puedas. Porque estás tan llena de mierda que generas contaminación y opiniones a favor de tu cierre a partes iguales.


A mi facultad.

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