Sin quererlo, aprendí a querer el viento.
Sin quererlo, aprendí a respirarte, y tu aliento, fue el único valiente, que alimentaba a este cobarde con su voz.
Con una sola bocanada, con que nazca de tu boca o de tu falda, sóplame en estos tiempos de cólera y bancarrota, de raíces sin sustento.
Con una sola bocanada, con que pintes pentagramas a mis notas. Sóplame, que tus querellas ya han dejado en evidencia, al fiscal que me condena, a la trena del recuerdo.
Sóplame, fría y mansa, desde el mundo de tu alcoba. Que me faltan tres, o cuatrocientas, segundas partes de esta historia.
Con esa brisa huracanada, sóplame, que me congele en estas ascuas. Que me crea lo increíble que parezca, no viajar en tus maletas si te alejas, de mis versos y rescoldos.
Sóplame, que estaré atento. Aquí te espero, en este tren descarriado, sin estaciones en tu cuerpo. Llévame, y acampando en tus botones, al abrigo de tu blusa.
Y de tu aliento.
Sóplame, bella musa.
Que te busco.
Y no te...
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