A Lucía le miraban el trasero cada vez que se giraba;
A Lucía le vibraban las caderas cada vez que caminaba;
A Lucía con el sexo acartonado de una noche le bastaba, aunque prefería estar dos seguidas;
A Lucía la escogían por su piel de porcelana.
A Lucía le metían treinta pollas sin lavar a la semana;
A Lucía le temblaban los seis labios si por casualidad se enamoraba;
A Lucía la citaban en el coche a través de una llamada, aunque prefería el revés de las esquinas;
A Lucía la querían por su destreza veterana.
A Lucía le pagó un cliente un día la mitad de su tarifa;
A Lucía le sobraron dientes para arrancar lo que faltaba;
A Lucía se la ve en comisaría, con una polla sucia en la mochila.
A Lucía le vibraban las caderas cada vez que caminaba;
A Lucía con el sexo acartonado de una noche le bastaba, aunque prefería estar dos seguidas;
A Lucía la escogían por su piel de porcelana.
A Lucía le metían treinta pollas sin lavar a la semana;
A Lucía le temblaban los seis labios si por casualidad se enamoraba;
A Lucía la citaban en el coche a través de una llamada, aunque prefería el revés de las esquinas;
A Lucía la querían por su destreza veterana.
A Lucía le pagó un cliente un día la mitad de su tarifa;
A Lucía le sobraron dientes para arrancar lo que faltaba;
A Lucía se la ve en comisaría, con una polla sucia en la mochila.
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