miércoles, 12 de enero de 2011

Que nos pongan lo bailao... (Dueto con Pablo Díaz)

A mí, que no me vengan con monsergas educadas. Que no me plastifiquen los sentidos. Que no me pongan a nadar donde no cubre, que no me cuadriculen los horarios, que no haya gallos, de pelea, en los corrales.

O a mí, que no me digan que no crezco por problemas hormonales. Que no me salgan con que aprietan las camisas de once varas, que no me digan que hay naranjas suculentas en la china. Que no me saquen a don quicio del confort de sus casillas. 

A mí que no me ganen sin ganarme. Que no me digan que decirte Diego cuando todos dicen digo no es lo bueno. Que no me vendan el amor sin tus espinas, que no me pongan gabardinas cuando llueva, que no me ordenen más que tus caderas.


O a mí, que no me busquen si no quieren encontrarme. Que no pregonen que la aguja del pajar es imposible de encontrar, que no me falte el bonus track de tus recuerdos,  que no prohíban el tabaco de liar en las tabernas. A mí, que no me enreden más que los cruces de tus piernas.

A mí, que no me vengan con dilemas milimétricos. Que no me dejen esconder los ases en la manga. Que no me valgan la pena las rutinas, que no me digan que siempre es por mi bien, que el tren que no cogimos nunca vuelve.

O a mí, que no me acusen de rebelde sin causa ni motivo. Que no se suban a mi chepa como a un corcel de tiovivo. Que no me dicten, que no desplumen estas alas. Que no me canten serenatas, que no le roben pentagramas a mis notas. A mí, por su bien, que no me toquen las...

A mí, que me den la razón como a los locos. Que no me vendan motos inservibles. Que no me duela el post operatorio de los desengaños, que los años me otorguen siempre la razón, que no me amputen, por envidia, lo que pienso…

Y a mí, que no me pongan plomo en los zapatos. Que no me digan que no mato si te mueres. Que no proclamen que los guantes de mi gato no cazan ratones. Que salgan nones cuando apuesto mi futuro a tus impares. Que no me bailen chotis en el agua, que no me mojen los oídos.

Y mejor que, a mí, no me corten la melena de la que llaman mala hierba. Que no me asusten con que crecen los enanos en mi circo, que no me siembren el camino con estiércol del barato. Que no vacíen la piscina, que me tiro; Que no dibujen otra raya, que me paso.

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En colaboración, dudosamente amistosa, con este personaje, que no es que tenga talento, es que el talento le tiene a él.

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