domingo, 30 de enero de 2011

Infidelidad S.A.


“Escuchen atentos, ciudadanos. Una nueva empresa llegó al mercado. Con atractiva oferta que les mantendrá ocupados. Confort y vicio garantizados, en un mismo pack acordonado. Y remordimientos por separado. Sin agobios pasajeros ni interés acumulado. Acérquense y escuchen, que les seguiré contando.

Vendemos conformismo al peso graduado. Al gramo de hastío con costo de regalo, con besos desnatados. Al kilo de celos cada noche desnudados. Al tonelaje soportado por los hombros cuando se agarran de la mano.

Ofrecemos suave tacto a tanguitas empapados, a calzoncillo desgastado. El aroma dulce y excitante del sexo acartonado. El sabor a intriga de un café bien acompañado, por el vecino con tableta o la niña calientabraguetas.

Invitamos a la rutina a suicidarse, a follar con el pecado. Brindamos cóctel de frenesí desenfrenado. Premiamos con cicuta al amor desencantado. Iluminamos una ruta alternativa a su novio amaestrado. Alquilamos la más puta del garito si nos pagan al contado.

Prometemos un servicio sigiloso y educado. Huirán del altercado sus parejas si el trabajo está tapado. Trataremos además con sus amigos, que permanezcan callados. Y después de la omisión, un copioso disimulo envasado al vacío.

No se marchen, que ya acabo…

El arrepentimiento forma parte del pasado. A diez metros bajo tierra lo dejaremos sepultado. Y con él, el último resquicio de aprensión a sus parejas. Quizás con nuestro cometido, un nuevo afecto haya nacido.

Firmen aquí y estará todo preparado. El que ose simplemente agarrar la pluma, es que ya ha sido incitado. ¿Dejarán la tentación de lado?”


Infidelidad S.A.

Supositorios (II)

- Cariño, te he repetido hasta la saciedad que te quiero por cómo eres en conjunto, con tus virtudes y tus defectos. Pero, por favor, deja de mostrarme tus defectos y enséñame esas virtudes que guardas bajo la ropa.

martes, 25 de enero de 2011

Estado de alarma


Te odio.

Odio cuando te aproximas, cuando mengua la distancia entre nosotros. Cuando guías a tus pasos a encontrarse con los míos. Cuando la frontera de tus labios son mis labios.

Odio cuando respiras, respirándome al oído. Cuando envasas al vacío el planeta a nuestros pies. Cuando deslumbras mis pupilas con las tuyas. Cuando vistes con la tela de tu piel mi desnudez.

Odio la timidez que colorea tus mejillas. La sombra de tus manos diminutas en la pared. Las cosquillas que despierta tu cabello en mi nariz. El ronroneo de tu voz cuando susurras.

Odio el perfil de tus caderas al enroscarse con las mías. El agua fría de la ducha que resbala por tu espalda. Los retales de la luna dibujados en tu cara. Y desayunar con vos, desprovisto de ropa alguna.

Y las heridas de guerra que cicatrizan en la cama. Y las marcas de pintalabios que se secan en la almohada. Hasta el ruido de las gotas de tormenta que golpean tu ventana. Incluso el eco que agitaba tus gemidos, por qué no.

Sí, te odio con locura. Odio todo lo que sea tuyo. Todo lo que pisas, todo lo que tocas, todo lo que se atreve a revelarme que existes, que sonríes a escondidas. Odio que vueles sin permiso por espacios vetados a los recuerdos. Odio que los controladores aéreos no se atrevan a prohibir tus aleteos. Odio que la crisis sólo sea crisis porque me priva de ti.

Te odio irremediablemente, porque desde que te conocí, todo lo demás me sabe a nada.

miércoles, 19 de enero de 2011

Negociación

Treinta y uno.
Nítido. Sucinto. Enérgico. Demasiado corto para considerarlo tortura, demasiado largo para considerarlo un error. De lo que sí estaba seguro es que aquel número no traería nada bueno. Impar, primo, simétrico respecto al áspero trece, negro en la ruleta del casino. Y feo, qué cojones. Aquel número seguramente se encargaría de sembrar un campo de minas alrededor de su determinación. Aquel número daba el pistoletazo de salida a su particular vía crucis. Y tenía que ser precisamente en aquel momento, cerca de que sus pupilas hubieran filmado tres décadas de vida, cuando se presentara aquel número a molestar, a confundir sus malditas prioridades.
Lo mejor que podía hacer era escapar. ¿O no? Quizás debía jugar con esa ventaja, la de conocer de antemano los peligros que tejían aquel perverso treinta y uno. Se rebuscó en los bolsillos y sólo arañó desechos de sí mismo. Suficiente. Si todo salía como él había planeado, había mucho que ganar y poco que perder.
Pero el treinta y uno, impar, primo, y negro, no era el mejor amigo de la suerte. Y, joder, esta vez no eran un puñado de fichas de plástico las que estaban en juego. Era un hueco y arrugado corazón.
Aquel treinta y uno de julio fue cuando la conoció a ella.

lunes, 17 de enero de 2011

Chequeo general

Toc toc...

- Pase y desnúdese.

- Pero, señor doctor, lo que me duele es la garganta.

- No se preocupe, es un simple reconocimiento de optimización pulmonar. Saque la lengua y diga “Aaaahhh”

- “Aaahhh”... ¿es grave, doctor?

- Eso es más bien un gemido sexual.

- ¿Disculpe?

- No, que noto que algo va mal. Necesita usted medicación, antibióticos.

- Oh, cielos.

- Y necesita usted guardar cama.

- Ah, ¿sí? Es que me siento sola en mi cama, doctor. Hace frío.

- Bueno, seguro que dispone usted de elementos materiales que le den calor y que sean más o menos del mismo valor. No sé, una bolsa de agua caliente, un peluche...

- Supongo que con una bolsa de agua caliente bastará. En fin, ¿alguna recomendación más?

- Sí. Tápese, que me está provocando.

- Disculpe, señor, no era mi intención. Creo que me ha mirado usted con malos ojos.

- Señorita, que soy un profesional.

- Y yo también. 150 el completo.

viernes, 14 de enero de 2011

Supositorios (I)

- Ya sé que te apetece, pero a mí no, lo siento... Acabo de tirar a la basura una relación de cinco años, he tenido un día horrible en el trabajo y he discutido con mi mejor amiga. ¿De veras tienes ganas de hacerlo así, sin sentimiento por mi parte?

- Sí, eso es exactamente lo que quiero.

miércoles, 12 de enero de 2011

Que nos pongan lo bailao... (Dueto con Pablo Díaz)

A mí, que no me vengan con monsergas educadas. Que no me plastifiquen los sentidos. Que no me pongan a nadar donde no cubre, que no me cuadriculen los horarios, que no haya gallos, de pelea, en los corrales.

O a mí, que no me digan que no crezco por problemas hormonales. Que no me salgan con que aprietan las camisas de once varas, que no me digan que hay naranjas suculentas en la china. Que no me saquen a don quicio del confort de sus casillas. 

A mí que no me ganen sin ganarme. Que no me digan que decirte Diego cuando todos dicen digo no es lo bueno. Que no me vendan el amor sin tus espinas, que no me pongan gabardinas cuando llueva, que no me ordenen más que tus caderas.


O a mí, que no me busquen si no quieren encontrarme. Que no pregonen que la aguja del pajar es imposible de encontrar, que no me falte el bonus track de tus recuerdos,  que no prohíban el tabaco de liar en las tabernas. A mí, que no me enreden más que los cruces de tus piernas.

A mí, que no me vengan con dilemas milimétricos. Que no me dejen esconder los ases en la manga. Que no me valgan la pena las rutinas, que no me digan que siempre es por mi bien, que el tren que no cogimos nunca vuelve.

O a mí, que no me acusen de rebelde sin causa ni motivo. Que no se suban a mi chepa como a un corcel de tiovivo. Que no me dicten, que no desplumen estas alas. Que no me canten serenatas, que no le roben pentagramas a mis notas. A mí, por su bien, que no me toquen las...

A mí, que me den la razón como a los locos. Que no me vendan motos inservibles. Que no me duela el post operatorio de los desengaños, que los años me otorguen siempre la razón, que no me amputen, por envidia, lo que pienso…

Y a mí, que no me pongan plomo en los zapatos. Que no me digan que no mato si te mueres. Que no proclamen que los guantes de mi gato no cazan ratones. Que salgan nones cuando apuesto mi futuro a tus impares. Que no me bailen chotis en el agua, que no me mojen los oídos.

Y mejor que, a mí, no me corten la melena de la que llaman mala hierba. Que no me asusten con que crecen los enanos en mi circo, que no me siembren el camino con estiércol del barato. Que no vacíen la piscina, que me tiro; Que no dibujen otra raya, que me paso.

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En colaboración, dudosamente amistosa, con este personaje, que no es que tenga talento, es que el talento le tiene a él.

lunes, 10 de enero de 2011

Especies en peligro de evolución



Te admiro, Charles. Tus teorías lograron ahogar los gritos de los fanáticos religiosos. Azotaron los cimientos de una sociedad anclada, enferma de ideas utópicas. Y algo mucho mejor. Reescribió la quebradiza historia que pretendía hacernos tragar el creacionismo.

Pero tus teorías tienen fecha de caducidad, Charles. Asumo el rol de producto perecedero, comulgo con la filosofía de las latas en conserva que me rodean y sus preciosos circuitos sexuales. Soy humano, Charles, resultado de la última fase evolutiva de tu simio prototipo, la evolución más retrógrada entre las especies.

Soy un egoísta que no tiene remedio. Busco como primer objetivo la satisfacción personal, llevarme el premio por delante del resto. No me importa pudrirme entre montañas de riqueza mientras el resto de la humanidad se muere vacía. Lo tolero, Charles, y mi sangre fría me hace creer que ésa es precisamente la sensación general. Lucho, con mis canciones y discursos defiendo un sistema diferente, un núcleo más unido, libertades sin constituciones ni grilletes, la muerte del dinero. Pero también soy un hipócrita, Charles. Lo que con tanta vehemencia exijo, se consume en las caladas de mis habanos, se marchita en mis conciertos con el precio de la entrada. Y me devora la trampa de autoengaño que yo mismo he creado.

Soy también un insolente patógeno. Miro con prismáticos por encima de mi hombro, y atisbo moscas tan diminutas que le hacen cosquillas a mi ego. Me cuelo por envidia en propiedades privadas y lanzo huevos por sus ventanas. ¿Por qué los celos activan el instinto de supervivencia, Charles? Reacciono ante la vida cuando veo que los demás han podido hacerlo, tomar sus propias decisiones, asumir responsabilidades optando por uno u otro camino. Ya no existe lo auténtico, todo nace por imitación del entorno. Quizás sea el último legado de nuestros antepasados simiescos.

Soy débil, aunque pretenda escudarme tras un férreo caparazón. Es difícil ser fuerte cuando me tengo que despedir de alguien. Es difícil ser fuerte cuando no he conseguido levantarme de un error. Es difícil ser fuerte cuando no soy el mejor en lo que hago. Es imposible ser fuerte cuando estoy solo. Pero me cuesta admitirlo, Charles, y ése es el problema. Estoy cansado de que me muestren las virtudes y me escondan los defectos, todo debería tener algo que enseñarme. Y parece, desgraciadamente, que ocultar mi cojera es el secreto del éxito. Mientras tanto, Charles, tú y yo caigámonos mal. Acabaremos llevándonos mejor.

A mi alrededor estallan las bombas y las guerras subversivas. Me rodea inmundicia que viste de etiqueta y convoca mítines. Se odia al vecino por comprarse el coche tan caro que uno no puede permitirse. Se extinguen razas para evitar los cinco grados a la sombra. Se decapita por venganza. Se asesina por celos. Se critica por envidia. Nos meten el miedo a presión. Se crece con miedo al qué pensarán. Se actúa con miedo al fracaso. Y ni siquiera la inexorable muerte se trata con dignidad.

Charles… mientras los simios disfrutan quitándose pulgas unos a otros, devorando plátanos y haciendo el amor, resulta terriblemente paradójico pensar que, la evolución del ser humano, le conducirá irremediablemente a su extinción…

A Darwin

jueves, 6 de enero de 2011

Pleito


Enajenación mental permanente, nocturnidad sin luna entre chubascos, alevosía en el ajuste de conexiones entre seres vivos, reincidencia múltiple sin rectificación ni atenuantes, dolo reflexivo y prolongado, coacción enérgica e incesante a un jurado carente de raciocinio, homicidio en grado cum laude a lo política y moralmente correcto...          …Culpable.

Prevaricación en la asunción de responsabilidades afectivas altruistas, cohecho de sentimientos a cobro revertido, violación de la propiedad privada con conocimiento de causa, expropiación de terrenos baldíos de razonamiento para plantar cerebros capacitados, extorsión, torturas psicológicas repugnantes y socialmente censuradas, piromanía y animadversión hacia los despojos de la estupidez…          …Culpable.

Tráfico y consumo de drogas blandas y duras, corrupción y usura de órganos cardíacos, piratería erótica y electrónica, desconfianza intratable en el ordenamiento jurídico vigente, desacato a la autoridad incompetente, atentados contra el orden público y púbico, tenencia ilícita de pensamientos groseros e impuros, promoción de revueltas civiles necesarias…          …Culpable.

Empleo de injurias, calumnias, difamaciones y otras armas gramaticales como forma de lesión del honor mal orientado, tentativas de agresiones físicas potencialmente dolorosas, polizón esporádico en todo tipo de medios de transporte, especial predilección por el botellón en primera instancia, sublevación constante contra el sistema educativo…          …Culpable.

Absentismo continuo del cargo de madurar mentalmente, afrenta y traición con trasfondo vengativo, abuso sexual con consentimiento mutuo, propensión al caos como medio para alcanzar un objetivo, agresividad al volante sin pérdidas de puntos, evasión de pagos, malversación de fondos de bolsillo, falsificación de firmas, espionaje, hurtos y otros delitos menores…          …Culpable.

Ser un hijo de la gran puta sin motivos cuando la ocasión lo demanda…          …Inocente.