Te dirán que el mundo es caprichoso como un niño
pero menos inocente.
Que la esperanza no se esconde en el fondo de los vasos.
Que los fracasos son siempre el preámbulo de una victoria.
Que las cicatrices sólo duelen con el frío
y la humedad de las lágrimas.
Te dirán que cualquier guerra es más injusta
que la más injusta de las paces.
Que los sueños no se fabrican en colchones alquilados.
Que aprender a olvidar es el mayor de los duelos.
Que los posos de tus labios no adivinan el futuro
pero sí el pasado.
Y te dirán que el tiempo juega a herir las miradas
pero es capaz de sanar almas.
Que la felicidad es una droga de diseño exclusivo
Que las hogueras pueden arder en vanidades.
O incluso que los corazones pueden abrasarse
de tanto amar a quemarropa.
Pero la verdad nunca es del todo cierta.
Porque yo he visto amanecer en tus ojos
y anochecer en tu espalda.
Te he visto robarle la razón al tiempo
y cómo formabas océanos de arena
con los relojes que se atrevían a marcarte el paso.
He visto tus manos derrotar las heridas
y flaquear al peor de los miedos
con un mínimo roce de tus dedos.
Que no me digan lo que es soñar
si no han dormido en tu regazo.
He visto al orgasmo temblar en tu boca
después de vibrar en tus cuerdas vocales.
Y tu cuerpo estremecerse de felicidad
como un perfecto acorde eléctrico.
Que nadie me hable de cuál es el buen camino
si me quiero perder en tus lunares.
He visto que una casa sólo es el disfraz de una hipoteca
y que el hogar
es un refugio en tus fronteras.
Y he visto tu sonrisa. Y créeme
no existe nada en este puto mundo
tan cálido.