Siente cómo
a lo lejos
late el mundo.
Sueña cómo
a lo lejos
duerme el mundo.
Que la luna
en la noche
nos acompañe.
Y que juntos
nos fundamos
en el horizonte.
jueves, 31 de julio de 2014
sábado, 26 de julio de 2014
Antes de ayer
<<Lo siento, Víctor. No puedo soportarlo más. Créeme, lo he intentado. Pero sueño cada noche con su carita. Le escucho reír en su habitación. Y me duele demasiado saber que fuimos nosotros los que le arrebatamos esa risa. Era mi hijo, Víctor. Le quería más que a mi propia vida. Como a ti. Y hubo un momento... Sólo fue un puto momento. En el que te elegí por encima de todo. Querías que formáramos nuestra propia familia. Nunca podré perdonármelo. Cuando llegues a casa, no me esperes. No volveré. Voy a la policía, a buscar lo que merecemos. Aunque lo único que necesito ahora ya es imposible de encontrar.
Te he dejado pollo en la nevera.>>
Mensaje recibido el jueves 5 de junio a las 18 horas y 32 minutos.
Te he dejado pollo en la nevera.>>
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Prescripciones:
Relatos para el insomnio
martes, 1 de julio de 2014
El viejo orden
Y cuándo dejas de doler. Cuándo empieza la purga. El relleno. Cuándo llega el instinto de supervivencia. Esas gilipolleces.
Si tuviera derecho a fabricarte otra vez, te haría mi tormenta.
Mi supernova.
Mi bypass.
Mi fotosíntesis.
Serías mi salva de artillería, apuntando a esos pedazos que me hicieron malgastarte.
Mi torre de jenga.
Mi vacuna.
Mi chamán.
Elige un momento y aparece. Cualquiera es bueno. Madrid se desvive por tu luz y tú mudando de desierto.
O acaso buscas otra cosa. No encuentro ningún perdón que me valga en el armario. El que tenía me quedaba demasiado grande.
Ahora sólo queda tumbar las barricadas. La resistencia. Vaciar las entrañas.
Quererse a cañonazos. A estampidos.
A llamaradas.
Y luego que te quedes. Sin despertador.
Porque nada sabe peor que tenerte hambre.
Te convertiste en todo aquello que siempre quisiste ser de mayor. Invisible. Impensable. Indispensable. En oxígeno. Hace mil vidas.
Y ahora qué me quieres. ¿Ser mi ave fénix? ¿El óxido en mi carne?
Y ahora qué me quieres. ¿Ser mi ave fénix? ¿El óxido en mi carne?
Si tuviera derecho a fabricarte otra vez, te haría mi tormenta.
Mi supernova.
Mi bypass.
Mi fotosíntesis.
Serías mi salva de artillería, apuntando a esos pedazos que me hicieron malgastarte.
Mi torre de jenga.
Mi vacuna.
Mi chamán.
Elige un momento y aparece. Cualquiera es bueno. Madrid se desvive por tu luz y tú mudando de desierto.
O acaso buscas otra cosa. No encuentro ningún perdón que me valga en el armario. El que tenía me quedaba demasiado grande.
Ahora sólo queda tumbar las barricadas. La resistencia. Vaciar las entrañas.
Quererse a cañonazos. A estampidos.
A llamaradas.
Y luego que te quedes. Sin despertador.
Porque nada sabe peor que tenerte hambre.
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