No sé dibujar huellas dactilares. Tampoco hoyuelos.
Pero sé el efecto que provocan cuando están y cuando faltan.
Y eso es algo que no enseñan las escuelas, ni los libros, ni los poetas.
Lo sé porque los respiro como una tragicomedia:
Están.
Fundido a negro.
Faltan.
La historia de nunca acabar.
Está escrita en la carne desnuda, esa carne. La que está en peligro de extinción.
¿Cuántas veces me he desnudado hoy?
¿Cuántas veces me he dejado las manos por abrigar otras manos?
¿Cuántas veces me he desnudado hoy?
¿Cuántas veces me he dejado las manos por abrigar otras manos?
El guión no miente.
Recuerda tener fuerzas para saber echar de menos a alguien.
Recuerda tener fuerzas para saber echar de menos.
Recuerda tener fuerzas para saber.
Recuerda tener fuerzas.
Recuerda.
Pero vivir sólo de recuerdos es matar la historia.
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