miércoles, 1 de octubre de 2014

El candidato


Le plantaron un navajazo en la boca del estómago a la vuelta de la esquina, de buena mañana, sin saludar siquiera.

Y Antoñito en lo primero que pensó fue que las manchas no se irían, qué disgusto, una camisa tan bonita a la basura.

Echó a andar con una mano sobre el vientre, por si a aquello de ahí dentro le daba por salir de su embalaje. Bajo sus pies, los adoquines se bañaban en fluido carmesí.

Entró a un bar, se apoyó en la barra, pidió un café con leche. Un par de ojos aterrados atendieron su demanda. Intentó beber sacudido por temblores, pero la mayor parte del líquido no pagó el peaje. Tuvo tiempo para dejar propina.

A trompicones volvió a la calle, y a lo lejos, distinguió el edificio. De su barbilla goteaba un sudor frío. El vientre le abrasaba. Del agujero recién estrenado se escaparon varios palmos de intestinos (¿Ya os vais? Si todavía es pronto).

Niebla, tanta niebla. Tantos ojos aterrados. Tantas sombras, tantos bultos que circulan como ganado, con tanta prisa. Y él se acercaba, arrastrando sus preciosos intestinos por el suelo. Los pobres se estaban ensuciando.

Llegó a la puerta de aquel imponente edificio, pero se derrumbó antes de entrar. Oh, se está tan a gusto aquí. Sólo un rato. Aquí no quema. Aquí no duele. Los ángeles me están vigilando. Te quiero mi vida. Mañana voy.

Y cuando recordó a su hija sollozando, sucia y demacrada, preguntándole si ese día iban a comer, logró levantarse penosamente entre vómitos de sangre y bilis. Primer piso, se dijo. Los intestinos le colgaban de las manos como una ristra de salchichas.

Llamó a la puerta. Diez eternos segundos después, una corbata de lunares parlante le invitó amablemente a pasar (Espero que no me vea la mancha de la camisa).

-Perdone el retraso, había algo de tráfico. Además no sabía si venir porque no reúno todas las aptitudes que piden para el puesto, y con esto aquí colgando... -gimió, con las tripas enganchadas entre los dedos.

-No se preocupe -logró escuchar, mientras le deslumbraba una sonrisa-. Es usted el candidato perfecto.

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