Y podría cantar una nana y dormir a la pequeña hija de puta que lleva dentro como un embrión de Satanás, porque despierta no hace otra cosa que estorbar y recordarle lo que antes no estorbaba.
Aunque no es para tanto, total, los músculos de su cara ya se olvidaron de reír y de llorar, y solo ama lo que estuvo y menosprecia todo aquello que estará, sin esforzarse demasiado desde el yermo de su esquina.
No suena mal.
Al menos no sonaba mal en el momento en que se presentó acicalándose la melena y cogiendo el mejor asiento de la sala para disfrutar del espectáculo de ver, hasta dónde es capaz de degradarse un ser humano. No sonaba mal, porque aquella dama prometía ser la droga emocional definitiva, la más dura, la menos destructiva, el perfecto bonus track del disco superventas que arrasaba en el mercado, toda una vida rebosante de electrizantes orgasmos porcinos, la tentación implacable del olimpo de los dioses, la bendita eutanasia de su feroz amargura.
Pero la esperanza, esa zorra mentirosa y pretenciosa sin escrúpulos, es lo siguiente que perdió; se marchó por donde vino acicalándose la melena.
Y ahora no ve luz al final del túnel. No ve ni el túnel. Y a veces piensa que ni siquiera ve nada en concreto más que pollas con ojillos diminutos, y un sucedáneo de placer en el fondo de los vasos.
Solo había que esperar.
Pero a qué, nena, a qué.
¿A que te florezca un trébol de cuatro hojas entre las piernas?
Ah, era tan maravillosa esa sensación de sentirse querida…
Parece que fue hace un millón de años.
miércoles, 29 de agosto de 2012
viernes, 10 de agosto de 2012
Los besos de emergencia...
...son aquellos que se arrojan cuando estorban las palabras, o cuando las que restan por decir son mudas... Son las viudas de las páginas no escritas, desenlaces de las citas que sacuden el planeta, la paleta de colores sobre el lienzo de tus labios...
...son aquellos que se esconden en el fondo del armario, en el último temblor de los adioses, en las noches que amanecen sin pijama... Son aquellos vagabundos que conquistan a su dama, inevitables fuerzas de atracción entre dos mundos, los zapatos que olvidaron las princesas de mis cuentos...
...son aquellos que se cuelan en un concierto de miradas, las baladas de trompeta de una orquesta, la protesta del silencio entre dos lenguas... Son aquellos que se crecen cuando menguas, que aparecen si no miras, y se fugan de la cárcel de tu boca en un suspiro...
Los besos de emergencia son epílogos perfectos, el olor de las tormentas, la deriva de los náufragos... Son redobles de latidos, los cero a cien en un relámpago, los cerrados por derribo de corazones al galope, el apagón de dos cobardes... El estampido de un disparo a quemarropa, la medalla de bronce de los puntos suspensivos, el colofón de mi viaje cuando vienes... Los besos de emergencia son aquellos que me sobran cuando faltas... y son aquellos que nos faltan si me tienes...
...son aquellos que se esconden en el fondo del armario, en el último temblor de los adioses, en las noches que amanecen sin pijama... Son aquellos vagabundos que conquistan a su dama, inevitables fuerzas de atracción entre dos mundos, los zapatos que olvidaron las princesas de mis cuentos...
...son aquellos que se cuelan en un concierto de miradas, las baladas de trompeta de una orquesta, la protesta del silencio entre dos lenguas... Son aquellos que se crecen cuando menguas, que aparecen si no miras, y se fugan de la cárcel de tu boca en un suspiro...
Los besos de emergencia son epílogos perfectos, el olor de las tormentas, la deriva de los náufragos... Son redobles de latidos, los cero a cien en un relámpago, los cerrados por derribo de corazones al galope, el apagón de dos cobardes... El estampido de un disparo a quemarropa, la medalla de bronce de los puntos suspensivos, el colofón de mi viaje cuando vienes... Los besos de emergencia son aquellos que me sobran cuando faltas... y son aquellos que nos faltan si me tienes...
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