domingo, 17 de octubre de 2010

Negación

No es lo que esperaba. Lo comprendió tras un último sorbo de lágrimas ahogado en un vaso de tubo. Los dos pequeños cubos de hielo entrechocaron sus cuerpos desnudos y el sonido le excitó. Mira, están follando. Sí, lo veía perfectamente, el cuerpo de ella absolutamente a merced del de él, chocando con violencia como un accidente frontal y perlado de gotas de sudor. Pero aquello no era un accidente, ni mucho menos era únicamente frontal, sino un jodido y desagradable espejismo de lo que en su momento sí era lo que esperaba. Follar todos los días, un plato caliente en la mesa para cuando volviera de la fábrica y tener los calzoncillos limpios al menos tres veces por semana. No. Definitivamente, esa inquietud que le incapacitaba para tomar decisión alguna, escapaba de cualquier boceto de eso que sus amigos llamaban felicidad. No podía ser que aquellos enormes y chispeantes ojos pardos, tímidos hasta la seducción, marcaran cada uno de sus desvelos. Le resultaba imposible discernir, quizás por angustia o por ignorancia, qué tenían sus caderas que le esperaban en todos los malditos rincones de la ciudad. Aquello sólo le empujaba aún más hacia la amargura y el sufrimiento, y no podía consentirlo. Claro que no. Estar enamorado tenía que ser otra cosa.

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