Que soy un mártir, me ensalza. Que llevo siglos perseguido por fantasmas, por fanáticos herejes que desprecian mis valores. Que mis excrementos no huelen como los demás, y llevo eones sumergido hasta las cejas en la mierda de los otros.
Que el mundo está podrido, me anuncia. Que conspira desde el centro para destruir mis raíces, dinamitar los pilares de mi estirpe. Que estamos hechos de otra tela, confeccionados por patrones diferentes. Y que el distinto es un diabólico tirano rojigualda.
Que he dado tanto de lo mío y recibido tan poco, que soy tonto, va y me cuenta. Que los vecinos me contemplan con envidia, con desprecio. Pero soy y estoy tan bueno, tan azotado por injusta intolerancia, que mi destino es ser libre despojado de caciques y cadenas.
Que lo que dije y digo está mal dicho, que está prohibido. Que mi idioma debe ser condenado al ostracismo. Que mi cultura es la ballesta de mi causa, y que mi causa se diluye en las fronteras. Que nadie en la historia ha soportado tanto como yo, me dice, y ya es decir conociendo la de años y civilizaciones que han pasado.
Que soy un moribundo catalán incomprendido, me suelta. Un paria. Una víctima del sistema.
Que razones me sobran para irme con ella.
Pues vaya, ahora que ya las sé todas tendré que hacerle caso.
Y mañana poner fin a este calvario.