viernes, 30 de noviembre de 2012

Modus vivendi

Nunca la mens sana acompaña a un corpore sano
cuando se trata de huir hacia delante.

Hasta que levanten las calles
que no te vieron bailar
por sus aceras.

O hasta que Otis Redding silbe
un jodido réquiem
por tu recuerdo.

Que el ojalá es sólo un disimulo,
la memoria una hipoteca
y el standby
un bypass en las arterias.

Que ya no hay héroes ni villanos en la guerra.
Que una retirada a tiempo siempre fue
una derrota.

Que no se trata de ganar o de perder
si apostamos a mañana,
cuando hoy
aún no ha amanecido.

Que ya no tiene peor remedio la enfermedad.
Que todo son recibos de la luz
en la penumbra.

Que todo son por qués en la tormenta.
Y en la calma
no hay ruegos ni preguntas.

No merece la pena.

Porque todo gira alrededor del sol
menos tus huellas.

Y cuando toda la actividad del mundo se concentra en
pasar página,
el esfuerzo se descompone en el último
punto suspensivo.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Herencia

Me dejaste el poder de decidir el rumbo de mis pasos
sin seguir los tuyos.
Los huesos molidos.
La carne envenenada.
Me dejaste en pretérito perfecto simple
la aguja minutera.
El corazón contraído.
Las manos desgastadas.
Me dejaste el don de la palabra en estado
de afonía permanente.
La blancura de las hojas.
La lengua avinagrada.
Me legaste el brillo de tu luna creciente
en cuarto menguante.
Cicuta en la saliva.
Asfalto en la mirada.
Me dejaste el castillo de naipes reducido
a polvos y ceniza.
El óxido en los lienzos.
Las venas escarchadas.
Me robaste el hambre.
Me quitaste el arma.
Me dejaste el ruido.
Me dejaste.
Y la maldita sensación de que nunca más me dejarás nada.