Si voy contigo, enséñame a volar.
¿Lo prometes?
A cambio no permitiré que nada ni nadie ni nunca te haga daño.
Pagaré al contado cada una de tus lágrimas.
Me ganaré tu hemisferio sur cuando haya conquistado el del norte.
Cultivaré latifundios en tu cosecha de estremecimientos.
Dejaré que soples las velas de nuestro barquito de cáscara de nuez.
Tendremos dos hijos, dos perros y dos cacatúas que entonarán canciones de Sabina y los Stones.
Cuando seamos mayores no pasará un solo día sin desearte las buenas noches.
Después follaremos hasta que se derritan las persianas.
Y te haré, serás, fe-liz.
Porque una promesa es una promesa.
Hasta que se parte en mil pedazos.